Y Con Los Mineros Me Voy
- Ileanna Simancas
- Jan 17, 2017
- 8 min read
“Los débiles nunca lo lograron, y los cobardes nunca lo comenzaron”. Eran tiempos difíciles, pero por la libertad se paga cualquier precio. Así era el Wide Wild West; aventureros que cruzaban 3000 millas para conseguir la libertad de poder forjase un mejor futuro. Un día empacaron sus maletas -como hoy lo hago yo- tirándose a la aventura de seguir su instinto sin oír las horribles advertencias y premoniciones de los que dejaban atrás, de cuan horrible sería aventurarse a cabalgar ese camino lleno de Apaches y enfermedades, solo!!! Imagino que hoy día esos peligros se traducirían en asesinos en serie, violadores y tu insoportable, tortuosa y ensordecedora voz propia. Haciendo oídos sordos de todos aquellos que los consideraban locos e inconcientes, finalmente partieron. Y me pregunto yo aquí… Que sería este mundo sin los atrevidos, los locos, los desafiantes, los que no se conforman con las cuatro paredes que siempre han conocido, los que le temen mas al conformismo y la segura y acogedora rutina que a lo desconocido.
Tenía dos noches en el Wild West, y nada me habían contado de un pueblo fantasma. Leyendo una revista que cogimos en Downtown Yuma, conseguí un pequeño articulo que hablaba de este curioso lugar, un poco off the road, pero lo suficientemente cerca como para hacer de esto el paseo del día. En la mañana siguiente, decidí tirarme la aventura de ir de vuelta al pasado, aunque no sabía todo lo que tendría que pasar en el presente para llegar a él. (Ir al articulo “A Little Bit of Mud on the Tires”). Después de una mañana de dunas y el rescate fortuito de un cowboy, llegué a una carretera de tierra, -una de las tantas que tendría que tomar en los días venideros, - para poder llegar a este lugar escondido en las faldas de una montaña rocosa llamado Castle Dome. Iba tranquila en mi camino cuando de pronto leo un letrero que decía algo así como “AVISO. Ud está entrando en propiedad militar, campos minados, no traspase!”. Frijolito y yo paramos en seco. Pasando el anuncio solo se divisaba una carretera de tierra que no se veía del todo amigable... a parte de MINADA!!! A lo lejos a mi derecha había una base militar, y un chico bajándose de una de las millones de pick-up trucks de esta ciudad. I swear, las deben regalar, porque hay una, dos y hasta tres en cada esquina. El chico se acercó a mi con cara de pocos amigos, y yo un poco asustada pensé ‘oh, oh, Frijolito ya estamos en problemas AGAIN!’
‘Perdone, este es el camino a Castle Dome’ … pregunté.
‘Si señorita’ … respondió.
‘Pero el letrero dice que…’
‘Si, es que esta en una base militar, una base top secret’… Y yo con mi cara de no entender, me decía, ‘ bueno hombre, si es “top secret” porque me lo está diciendo, no debería ser “top secret” que es una base “top secret?”.' A lo que él prosiguió con: ‘ Yo no creo que es buena idea que Ud en ese carro tan pequeño tome esa carretera de tierra, no es una carretera muy fácil y no se si llegue. Además son 7 millas, y la recepción telefónica es casi inexistente.’ Yo ignorando su consejo me limité a preguntar si esta era la carretera adecuada y si era legal seguir adelante o no; evidentemente el no me conocía, ni mucho menos a Frijolito. ‘Si, puedes pasar, pero no te puedes parar en la vía porque la policía militar te puede sacar’. Ahora si que yo no estaba entendiendo nada, era un lugar minado, que decía zona militar, y aparentemente “top secret” pero si se podía pasar?. Por una milésima de segundo contemplé que quizá no era la mejor de las ideas continuar…pero después como la Rana Rene, pensé en lo que me estaría perdiendo y se me pasó. ‘Gracias por el consejo, si lo veo difícil doy la vuelta’… pero nunca la di. Frijolito como un fuerte, valiente y verdadero vaquero nos llevo sin problemas a nuestro destino… aunque le tomara una hora ir solo 7 millas;
pero en época de vacaciones quién está contando?… lo importante es llegar no
ganarle a nadie en la cola de las palomitas.
El polvoroso pero hermoso camino, imagen perfecta de cualquier película del lejano oeste que en la infancia veía con mi padrastro, me hacía soñar que John Wayne de verdad aparecería en su caballo en cualquier momento; pero lo único que apareció fueron dos camionetas que me dejaron comiendo polvo, mientras que yo lenta y cuidadosamente conducía y tomaba fotos a la vez... si, a la vez!, y casi sin tocar el freno no fuera ser que al parar aparecieran helicópteros militares y terminara el día durmiendo en la cárcel de la base. Los caminos de tierra siempre me producen un sentimiento de libertad infinita, y este no fue la excepción. Tarareaba las canciones que aparecían en mi Ipod a todo volumen, pero también secreta y sigilosamente, me invitaba a rezar; ‘basta que me quede varada yo aquí ahora… ni media barra de señal… aquí si que ni triple AAA! Bueno en el peor de los casos camino a la base militar… ummm, y que de las supuestas bombas???'. Como le dije a mi mamá el otro día, ‘No ma no es valentía, yo me cago pero lo hago anyway porque no conocer, no saber, no experimentar, puede mas conmigo que el miedo a hacerlo’.
Con tantas historias en mi cabeza las 7 millas transcurrieron rápidamente, hasta que llegué a un lugar inigualable. Las montañas parecían sacadas de una de esas fotos del Gran Cayon, rojizas y rocosas. Al estacionar, la civilización llegó de nuevo a mi teléfono y respiré, vaya por Dios que emoción me dio aquello, mas que niño ganador de rifa en cumpleaños. Me recibió una señora de lo mas querida que junto con su esposo eran los guías del museo. Hablando con ellos me enteré que muchos retirados cogen sus RV’s y van de ciudad en ciudad voluntariando en lugares como este, monumentos y museos sin fines de lucro, aportando su tiempo, y así pasan sus meses recorriendo el país. 'Eso quiero hacer yo cuando me retire', pensé, y me dieron unas ganas inigualables de estar casada y retirada para vivir ya esa experiencia. De pronto me di cuenta que recientemente soltera y desempleada aquí estaba yo viviendo mi propia aventura recorriendo parte del mismo país.
Comenzamos el recorrido por el pueblo minero de Castle Dome, y la primera parada fue el baño. 'Seguro pensarán que después de horas en ese frijol lo necesitaría', pensé. Pronto entendí que no era mas que la primera exhibición, una gran colección de bacenillas de la época. Cada una era mas imaginativa que la otra, tanto en forma como en decoración. Había hasta una diseñada de manera que el hombre pudiera meter su manguerita en un cilindro especial; la gente puede tener una imaginación muy viva hasta para las cosas mas banales. Al pasar esta exhibición tan inusual, entré al pueblo, un lugar donde me sentía verdaderamente vestida para la ocasión por primera vez en el día. Me había comprado un vestido vintage el día anterior, que no podía esperar estrenar, pero elección equivocada para la cantidad de polvo con la que me encontraría en mi aventura. Aquí el vestido iba a la medida, excepto por la advertencia de mirar al suelo al andar, porque estábamos en el desierto después de todo y una culebra podría decidir darme la bienvenida; deseé tanto tener botas y jeans en ese momento. Salí corriendo al carro y me puse mis Uggs… algo era algo. Me dijeron que no me preocupara, que las caminarías de madera y su crujido las espantaba, por lo que me asegure de andar fuerte sobre ellas y hacer rugir cada tabla que pisaba. Consejo de fashionista para este viaje: botas y jeans, y un sweater porque hace fresquito… en invierno eso es, porque en verano dicen que es hell!
Castle Dome Museum es lo que queda del pueblo minero de Castle Dome Minig District, que en 1878 llegó a ganarle en población a Yuma, contando en su mejor época con hasta 3000 habitantes. En 1864 la minería de plata en esta zona comenzó en las faldas de esta montaña, aunque hay evidencias que los nativos las habían minado muchos antes de la llegada de los “blancos” al vecindario. Se asentaron en la zona a pesar de las protestas de los Apaches que intermitentemente intentaban resistirse a la invasión del cara pálida. Era la segunda mina mas grande de Arizona, con excavación de plata, cobre y plomo. Ganó gran importancia nacional durante la I y II guerra mundial como uno de los principales productores de plomo que el país usaba para la fabricación de municiones. Prosiguió su existencia y explotación hasta 1979, cuando el precio de la plata cayó y el proceso de separación del plomo que cubría el preciado metal se convirtió mas costoso que la venta del mismo. Por unos diez años el lugar quedo como sus últimos inquilinos lo habían dejado, hasta que el gobierno tomó la decisión de derribar lo que quedaba del ahora pueblo fantasma, y llevarse los artefactos que se encontraran. Sin embargo, en 1994 Allan y Stephanie Armstrong compraron la propiedad y pidieron permiso para crear el museo que hoy podemos disfrutar. Esta pareja se encargó de rescatar de las 300 minas todos los artefactos posibles, incluyendo Levis jeans de la época, que gracias a las condiciones atmosféricas de las cuevas, se mantuvieron en perfecto estado.
Pasear por los 50 edificios que han sido preservados, o reconstruidos con la antigua madera reciclada, fue toda una experiencia. Aunque el pueblo original media unas 7 millas de largo y el actual lo recorres con calma en una hora, la cantidad de artefactos, muebles y ropa, y la meticulosa decoración de cada edificio, hacen de este lugar un verdadero viaje al pasado. Su veracidad te hace esperar la aparición de algún famoso forajido como Juan Llego, tirando sillas por las ventanas del Salón, durante una batalla mortal por el amor de una mujer. Encontrarte con la respetada nativa conocida como The Queen, considerada la reina de los mineros por tener el don de siempre saber con certeza donde debería hacerse la próxima excavación. Que las campanas de la iglesia y la escuela hagan el llamado a feligreses y estudiantes. Logras escuchar con pánico el grito de dolor del ultimo paciente en el consultorio del odontólogo, al extraerle la ultima muela podrida con los apartados prehistóricos que se encuentran el la sala. Y hasta la risa de algún jugador con mas suerte en el juego que en las mujeres, nos invita a probar nuestra propia suerte en el casino del hotel. Su magia, tanto natural como la hecha por el hombre, conforman el escenario perfecto para que el ojo fotográfico tanto de principiantes como de veteranos se deleiten en cada rincón . Hay una zona designada para picnics si uno trae su comida, lo cual lo recomiendo porque aquí solo encontraras sodas, agua y alguna chuche. Yo por supuesto no traje nada y no me quedó de otra que engañar a mi estomago hambriento con una coke y unos cheetos… nada aconsejable. Durante ciertos días hacen representaciones actuadas de los personajes importantes del pueblo, pero se debe llamar con anterioridad para saber dichas fechas. Y con suerte cuando te toque explorar este lugar ya habrán integrado bajar a las minas como parte del paseo, ya que está en los planes de expansión para el 2017 de este pedacito de historia llamado Castle Dome.
Cercano al atardecer, después de asegurarme que los baños de la mina son menos espantosos de lo que se podría pensar, salí corriendo para asegurarme llegar a la carretera de asfalto antes que el sol dejara atrás el día. Aunque tomara otra hora, sin problemas lo logramos, y el atardecer nos llevo de vuelta a Downtown Yuma para disfrutar, después de un largo día de aventuras, una muy merecida cena!!!
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