Bali huele a Lemongrass
- Geraldine Calles
- Jun 1, 2017
- 8 min read

Comencé a escuchar un destino que más allá de vincularlo a la película Comer, Rezar, Amar (no recuerdo haber tenido conexión con el libro), no tenía idea de lo que podía ofrecer. Sin duda me sonaba remoto, por supuesto misterioso, así como si para ir allá se requiriese una curiosidad especial, una audacia interior. Es de esos destinos que suenan distantes no necesariamente por las horas de vuelo que lo separan de nuestra rutina, sino por el 'atrevimiento' de proyectarte viviendo algo tan distinto.
Mi saboteador número uno (y creo que el de muchos), se encargó de mencionar todas y cada una de las razones por las que la experiencia pudiese no valer la gloria y entregarme al regalo de la aventura. En ese momento, estaba viviendo lo que pensaba, habría sido uno de mis sueños durante mucho tiempo, ¡trabajar en New York! Era apenas una degustación de tres semanas, pero como el tiempo es relativo, solo la experiencia ya te dice como se pudiese sentir...vibrante sin duda, liberador si amas lo que haces y asfixiante si no estás muy segura.
Debo confesar que a pesar de tanto intento de encontrar las respuestas dentro de mí, siento mucha intriga en recibirlas de los demás (dicen que también son parte del rompecabezas) y se ha convertido en un divertido juego, el descubrir las emociones al recibir la información, al actuar cuando llega el momento y al unir ambos puntos. Esto es como viajar en el tiempo, proyectarte, retroceder e integrarlo todo en un mismo punto. Entonces, la respuesta de la astróloga no tardó en llegar para ayudarme a descubrir cómo podría lucir mi próximo año si recibía mi cumpleaños en Caracas o en Ubud. Básicamente si me quedaba en Caracas mi vida se parecería a la de New York (cambio trascendental, grandes éxitos) y si viajaba a Ubud, pues se parecería a la de Bali (plenitud y satisfacción)... Ya van a descubrir por qué.
Tenía una idea bastante clara de cómo sería la primera opción, pues es lo que más he practicado en mi vida, una mente entrenada que va marcando un checklist bastante común. No tenía muy claro como pudiese lucir la segunda, aunque mi corazón se inclinaba por esa y mi mente ya empezaba a reconocer su valentía. Al mejor estilo Serendipity, que lo interpreto como algo casual o inesperado, pero que está conectado en el nivel no aparente, entré a la librería de Chelsea Market y sí y sólo si el libro de Elizabeth Gilbert me encontraba a mi, iría a Bali. En mi mente se cruzaron fantasías Hollywoodenses cuando decidía no ir porque el libro no estaba y mi vida habría cambiado de rumbo por un error en el sistema que no mostraba el último ejemplar que quedaba en el sótano... Hasta me sorprendí de mi inmediata capacidad de creación, ¡ojalá explotáramos todo el poder de la mente! Ya casi saliendo (porque realmente la idea no era preguntar si lo tenían disponible), volteé y no lo vi, pero el instinto volvió a voltear y dos libros más allá, Eat, Pray, Love me encontró. El corazón sonrió y la mente sabía que tenía que comprar el ticket. Luego descubrí que todos los destinos, por lejanos que parezcan, están a solo un SÍ de distancia.
Los siguientes días en New York fueron mucho más divertidos y al mejor estilo de quienes viven allí, iba sonriéndome en los trayectos diarios de cuarenta minutos en metro desde Times Square hasta a la oficina en Bronx, encontrando tantas similitudes entre las historias de Elizabeth y las mías, pero comunes entre todas las mujeres que de pronto se hacen conscientes de estar en relaciones o situaciones en donde no quieren estar, que les van borrando la sonrisa muy de a poco y van convirtiendo las emociones en días nublados. Casi podría asegurar que todas hemos estado ahí, que en momentos o ciclos de nuestras vidas, las necesidades de otros se han convertido en nuestra prioridad, que los patrones sociales no nos dejan alternativas y que el ego hace de la zona cómoda nuestra única opción.
Para ese momento, ya tendría casi un año de estar cerrando el ciclo de todas las relaciones amorosas que habían terminado en los últimos doce años, no miento, ¡doce!... Imaginen que comienzas una relación tras otra creyendo que estás integrando las lecciones anteriores, pero en realidad vas repitiendo patrones… Esto sin duda tenía que parar para avanzar lo más ligera de carga posible. En eso había estado y pues el sentido de mi viaje no tenía como prioridad resolver el tema relaciones, sino más bien alinearme con mi propósito de vida. La verdad soy una creadora y emprendedora en serie, creativa sin duda, atrapada en un proyecto emprendido por mí, que me recuerda todos los días que me dedico a una carrera que estudié por necesidad y no por pasión y sin duda le he inyectado creatividad para hacerlo lo más disruptivo posible, pero la verdad es que sin energía, todo se va desvaneciendo. Esa repetida frase "no pareces Contadora", en todos los que me conocían recientemente ya cada vez resonaba más alto. Es como cuando estás en donde no te corresponde y el último en darte cuenta eres ¡tú!
Solo tres semanas después de haber llegado de New York ya estaba viviendo el reto de empacar ligero y seguir, aunque con un poco de rebeldía, las indicaciones de Ileanna para vivir lo mejor posible, un viaje con propósito que ella había diseñado para vivir la experiencia Eat, Pray, Travel (el Love como lo vivió Elizabeth no lo podía garantizar) en un solo destino,¡Bali! Ya me empezaba a llenar de emociones no solo por haber escuchado a mi voz interior y haber descartado la primera tentativa opción de la astróloga, sino porque me sentía valiente por querer trascender fronteras (las internas, por supuesto) y feliz por regalarme lo que ya sentía sería uno de los mejores regalos de cumpleaños que me habría dado hasta ahora.
Eat
Ésta es para mí una de las conexiones más placenteras con la vida, todos los que me conocen lo saben hasta el cansancio! Disfruto el primer bocado casi como si fuese el último, me sorprende cómo los sabores se mezclan sin perder su personalidad, admiro la pasión por entregar amor a través de la comida y valoro la dedicación que requiere cada detalle para lograr platos sublimes... ¡En fin, me encanta comer!
Precisamente porque me encanta tanto, estaba un poco escéptica por lo que sería ésta experiencia, pues Asia no es la mejor referencia cuando los turistas comentan como les fue con la comida. Afortunadamente soy una entregada a lo desconocido y la bienvenida me regaló una comida típica en casa y desde ahí me empecé a enamorar... Nuevas especies, aromas y formas que lo hacían tan distinto y tan parecido a lo que estaba acostumbrada (incluyendo las hojas de plátano), que era como estar muy lejos, pero en el mismo lugar. Luego descubrimos que Bali y Venezuela son antípodas, el lugar más opuesto de la tierra en longitud y opuesto en latitud... Eso quizá explicaba mi sensación continua de estar al otro lado del mundo, pero siempre en casa.
Todos los días eran sorpresas y regalos de sabores, Bali es un lugar de infinitas opciones gastronómicas, de muchas partes del mundo, muy verde y saludable, muy místico y moderno a la vez. En realidad muy hippie chic... ¡fascinante mezcla para una food and drinks lover como yo! Mis preferidos fueron el lemongrass, el chile, el curry, el jengibre y la canela. Mis descubrimientos el Jack fruit, Dragon fruit y el Smoothie de aguacate. Mi amor lejano, la comida India. Mi postre # 1, el chocolate oscuro y cremoso que hacía buena pareja con el aguacate. Mi cena para siempre, una degustación inigualable frente al río que está en el Ritz-Carlton de Mandapa.

Pray
Desde hace un tiempo, pues éste es uno de mis temas preferidos. Es el descubrirte en un viaje interno que ocurre siempre, en el día a día, en lo que lees, en lo que practicas, en la consciencia de lo que te muestran las relaciones a tu alrededor. He probado psicoanálisis, astrología, yoga, meditación, reiki, nivelación de chacras, coaching, en fin, cualquier terapia o experiencia que hoy me han hecho reconocer que hay unos guías terrenales y otros no tanto, que te acompañan en el camino, que te muestran las tareas por hacer, algunas de ellas tan antipáticas, que cuesta reconocer que las personas que te las asignan sean denominados maestros.
Este era uno de los temas sobre los que tenía más expectativas del viaje a Bali, porque era para mí la oportunidad de descubrir nuevas formas de encontrar respuestas. Nuevas personas con visiones y energías distintas. Era como ir más allá de lo que conocía hasta ahora. Sabía que sería interesante, pero nunca imaginé que sorprendente.
El Vipassana, una de las técnicas de meditación más antiguas practicadas en India, me sembró una semillita que germinará más tarde. La meditación activa y reconocer nuestro poder de creación me reveló información de otras dimensiones y cómo podemos crear situaciones dolorosas mientras no estamos conscientes y abrazamos el ser auténticos. La terapia de renacimiento me recordó que las emociones acumuladas duelen físicamente. También comprendí que hay una gran ‘droga’ que es nuestra respiración cuando es profunda y repetida, tanto que nos puede sanar dolores que ni reconocíamos y descubrir lo que nuestras vidas pasadas nos pueden revelar. Por último, que el placer y la pasión están en cada detalle que vivimos.
Aquí todas fuimos maestras y alumnas. Gracias Ile, Irma y Mariam por ser parte de esta experiencia y mostrarme tantas cosas de mí... ¡Muchas buenas afortunadamente y estoy muy contenta por eso! ¡Las quiero mucho!

Travel
¡Descubrí que Bali tiene olor y es delicioso! Sin duda huele a Lemongrass, también a leña e incienso. Puedo sentir el viento en mi cara en los paseos en moto y mis ojos cerrados para concentrarme en los aromas. También suena a ceremonia, casi todo el tiempo y en cada esquina, es un sonido que transcurre. Por las mañanas suena a gallos y escobas y por las noches a ranas y geckos (limpiacasas en Venezuela). Bali es muchas flores de colores, en alfombras que te invitan, en ofrendas que agradecen, en coronas que sanan, es amor en naturaleza.
También tiene una tierra muy fértil para producir una comida que los balineses no pueden pasar un día sin comer, ¡el arroz! Arquitectura de templos y columnas que hacen marcos sin puertas que invitan a pasar siempre. Vida mística y de rituales, profunda y sencilla a la vez. Gente que practica el concepto de mindfulness sin que necesariamente conozcan esa palabra. Ojos que te miran sin miedo y sonrisas que no descansan.

Ileanna no solo logró que me sintiera como una viajera que explora, descubre y disfruta, sino que me entregó el destino desde la mirada de los locales y de los viajeros que lo han elegido para vivir y eso fue para mí lo más valioso de ésta experiencia. Yo no viajé a Bali, viví allí. Definitivamente no eres solo de donde vives, sino de donde tu energía vibre más alto… Así que ahora también soy de Bali.
Llegué a Caracas, la respuesta llegó y comprendí por qué fui a Bali. Ya sabía que mi vida no quería quedarse en New York, pues implicaba seguir completando un checklist que asocia metas (principalmente materiales) con momentos de vida, sino que mi verdadero reto siempre había estado en dejarme llevar por lo que siente mi corazón, en mostrarme auténtica y reconocer la valentía en la vulnerabilidad. Que delicia fue haber reconocido finalmente en voz alta que ya no disfruto lo que hago y que estoy lista para convertir en rutina mi propósito de vida, pero haberlo aceptado sin culpas y entendiendo que la responsabilidad con los demás no puede tener el costo de la deshonestidad hacia mí, fue el dragon fruit del smoothie, el lemongrass de la sopa o el caramelo con canela de la creme brulée... Sin eso, no habría magia.
Cuando observas con consciencia, vas soltando la ambivalencia. El paso a paso o el cómo hacer las cosas se va mostrando en el camino, para mí es el equilibrio entre reconocer el poder de hacer las preguntas correctas y el aceptar que buscar las respuestas es interferir con el proceso. Ahora es muy emocionante sentir intriga por lo que va a ocurrir, y aunque parezca cliché, independientemente del resultado, al final somos nuestras emociones y esas te acompañan durante toda la travesía. Ya la sensación de liberación se hizo presente y el viaje valió toda la gloria.
Gracias Bali por conectarme con la plenitud y satisfacción de sentirme tan libre como en mi adolescencia, sin la transformación de la peluquería y ¡sintiendo la tierra con mis pies! ¡Sin duda éste año se parecerá a ti, incluyendo el hogar y el arraigo que me regalaste! #BaliIsInMyHati
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