El Timing que Mueve al Mundo
- By Ileanna Simancas
- Dec 17, 2017
- 12 min read

Momentos crean tu camino, tus elecciones tu persona, y las lecciones que aprendes de ellas te llevan a tu propósito de vida.
¿Puede una noche de dos extraños llamarse amor?
¿Cómo pueden haber dos lugares tan opuestos y ser tan increíblemente hermosos cada uno en su estilo? ¿Cómo pueden existir versiones tan contrapuestas en una misma historia y ambas ser ciertas? ¿Cómo dos personas pueden estar en momentos tan diferentes de la vida y sin embargo sentir un empuje inminente el uno hacia el otro? ¿O por el contrario, cómo dos personas pueden sentir algo tan absolutamente opuesto el uno por el otro?
Me persiguen esas preguntas, quizá porque he tenido que enfrentarlas todas en algún momento de la vida. De Bali a Marruecos… Una isla paradisiaca y abundante, llena de verde, mar, cascadas, frutas, naturaleza salvaje, gente en bikini y fiestas en la playa. Un lugar fácil, donde vas con la corriente, donde parece todo pasar con tranquilidad y balance; donde los gallos te despiertan y las tormentas te acunan al ritmo del mar. Con sonrisas continuas en sus habitantes, visitantes y rumiantes, con un ritmo diferente al resto del mundo, con una magia que se respira en sus calles perfumadas a incienso y flores, con un sentido de libertad que te devuelve a la infancia. En cambio, mientras escribo esto miro solo dunas gigantes moviéndose al ritmo del viento que hoy ha decidido no dejar de soplar. El desierto, un lugar donde gobierna un color… el de la arena, un olor… el del polvo, y miles de sentimientos fuertes y áridos, que en nada se parecen a mi suave isla. Sus edificios, sus dunas, sus muebles, su vibra, todo es seco, es arenoso, es quebradizo y escurridizo, difícil de trepar, difícil de sujetar sin que se te escurra entre las manos cuando finalmente pensaste que lo tenías todo controlado. Es infinito, intenso, rudo, silencioso, profundo y sensual, introspectivo, misterioso, pasional, carnal y algo tormentoso.

Marruecos no es un lugar fácil, no fluye, aunque al final todo ocurre. La comida es caliente, las bebidas son calientes, el ambiente es caliente… pero las pasiones pretenden ser frías y recatadas… ¿cómo conseguir balance y sentido?. Aquí debes traer todo el zen que conseguiste en el paraíso, para ser una buena aventurera, porque en realidad es una tierra de aventuras, de Indiana Jones, de La Momia. Esta tierra te reta a mantenerte en neutro, a no explotar, a no caer en pánico cuando te pierdes, o en rabia cuando te sientes acosada. Te hace practicar el control de tus emociones y reacciones, de tus necesidades y querencias… te empuja a ser ecuánime para no entrar en aguas, que estando sola, no debes navegar. Te hace creer en tus instintos. Un mundo al revés al nuestro; del matriarcado latino, a un país de hormonas masculinas, donde la mujer no siempre es visible y mucho menos su toque suave en el ambiente, aunque varía de lugar en lugar. Te invita casi a la fuerza a aprender a manejar la sutileza dentro de una constante cara de póker. Comenzando con la poca cercanía física o movimiento de cadera que debes tener - que no es fácil tarea para una latina - hasta la ropa cubierta, mientras escondes tu melena. Como lograr el balance como mujer entre ser suave y firme, sumisa y determinante, tener decoro sin morir del calor, amable sin que lo confunda con amorío. ¡NO ES FÁCIL ser mujer en un mundo de hombres!... y ojalá eso fuera solo porque estoy en un país musulmán, pero todas sabemos que en mayor o menor grado es así en cualquier lugar. Sino, pregúntale a cualquier mujer de negocios cuantas veces le ha tenido que decir a sus clientes hombres que los negocios se hacen en la oficina y no en la cama, por eso es importante que las mujeres nos unamos en el mundo profesional. Sin embargo, no tenemos ni idea que bien lo llevamos en nuestro lado del mundo con todo y el machismo que aun reina.

Lo de vestirme con decoro, y taparme la cabeza ha sido una decisión propia, nadie te obliga, pero creo que yendo con la corriente pasas menos problemas cuando viajas sola, y además de verdad logras disfrutar no solo de paisajes y la comida, sino experimentas un poco mas de cerca sus tradiciones y cultura, y su día a día… ¿Que mas da? igual no es para siempre, es solo un experimento de conocer los lugares no como un turista, sino como uno local.…y eso ¡me encanta! Estoy segura que si te atreves también te encantará; es como una actriz encarnando un personaje, así, sin mas.
En definitiva para mi Marruecos es una vieja curandera, nómada y misteriosa, mientras Bali es un Ada con cuerpo de sirena y melena suelta al viento. Las dos las quieres conocer, con las dos quieres compartir, pero te inspiran sentimientos enfrentados, una llevándote a la libertad y la otra a la introspección, una a la risa constante y otra al silencio. ¿Que quiero experimentar? Personalmente todo eso, porque la vida está llena de esos lugares contrapuestos, esos momento incongruentes, querencias desbalanceadas y personas opuestas. Por eso es mi filosofía, y la de muchos otros (no soy tan lista), que cuando uno debe tomar decisiones en la vida debe tomarlas mayormente basándose en lo que creemos estará mejor para nuestro ser, sueños, metas, futuro y crecimiento, porque la realidad es que por mas que intentemos, nunca lograremos complacer a todos, y si encima no nos complacemos a nosotros mismos, entonces todo lo que se hace y pasa en esta vida no tendrá el menor sentido.

No hace muchos años, alguien después de meses de insistencia cambió de opinión justo en el momento que yo estaba lista a tomar su propuesta. En el preciso instante cuando mis aguas finalmente estaban calmas para conseguir un trato justo, uno algo mas equilibrado, donde las ganancias y las perdidas de cada una fueran algo mas parejas, irónicamente cuando llegué, la oferta ya no estaba mas sobre la mesa. Mientras yo iba de entrada, esta persona iba de salida, y ¡sin previo aviso! Oh man! al principio me moleste, me dolió, le quité el habla, me pregunté para que carajo me hizo pensar y maniobrar, ¡¿para venir así no mas a cambiar de parece?!. Me pareció un golpe bajo, y si, quizá desde mi perspectiva lo fue, ese es el lado de mi historia. Pero ¿y que del otro lado? ¿Cuanto tuvo que dar sin recibir?, ¿cuanto tuvo que maniobrar a ver si yo veía las mismas posibilidades?, ¿cuánto tuvo que esperar?, ¿ a cuantas cosas importantes tendría que renunciar solo para que las piezas encajaran a la fuerza?, sabiendo que al final alguno de los dos socios se sentiría insatisfecho con el trato al que éramos capaces de llegar.
Ya con el espacio y la distancia he entiendo que esta persona tuvo que tomar una decisión únicamente basada en lo que era transcendental para su evolución y felicidad, con el socio adecuado para su meta, yo jamás hubiese logrado llenar el mapa de sus expectativas y que sin duda alguna merecía, pero que en nada se parecía a las mias. Nos convencemos que siempre hay que comprometerse a perder y ganar cosas en cualquier negociación… Pero ¿y si no fuese así?, ¿si simplemente lo que debemos hacer es esperar por el negocio que realmente buscamos? Comprar la casa que soñamos, no la que conseguimos hoy en el mercado. Claro, para eso debemos estar seguros primero que es lo que estamos buscando, y allí va el primer reto. Quizá esa casa es maravillosa para vivir un tiempo, pero no para la inversión de tu vida. Quizá esa persona vino a enseñarte algo u ocupar otro espacio que aun no entendían. ¿Porque insistimos que todo sea para siempre?, que la gente cubra tus carencias, las que tu quieres y no dejar que fluya la real razón a lo que vinieron. Que a mi no me gustara la manera en que lo hizo, que pudo ser mejor, que las circunstancias fueron terribles para mi, si ok, todo eso esta bien y es entendible, seguro la otra parte opina lo mismo, es aceptable, como es aceptable que yo también tomara decisiones temporales que me ayudaran a sobrellevar el momento y la perdida. Pero si de verdad soy capaz de ponerme en los zapatos del otro, en algún momento llegaría una transformación. Al final, la realidad era que solo hablaba un ego herido que se negaba a perder la inversión hecha, y en lugar de verlo como una bendición que se consiguiera felicidad de alguna manera, se molestó porque lo des-invitaron a la fiesta.
No es fácil salir a la defensa de uno mismo, y la realidad es que hay que tener respeto por alguien que logre ponerse firme con su propia persona para obligarse a tomar la decisión correcta y no la mas amable con el otro, o incluso con su propio ego. Esto es algo muy difícil de hacer, porque la culpa nos mata, odiamos enfrentar el ¿que dirán de mi?, ¿como me verán?. ¡Sí!, es verdad, a veces tu decisión lastimará a otros, y eso es casi inevitable. En un mundo ideal siempre se conseguiría la forma de que toda decisión confrontada fuese limpia, honesta y justa… pero no siempre es tan fácil de lograr, no siempre es blanco y negro… mejor dicho, casi nunca lo es. Generalmente al principio nunca será bien recibido algo que es totalmente el polo entre las expectativas y necesidades de uno y otro, y debemos aprender a vivir con ello. Con lo que no podemos vivir; el lujo que no nos debemos dar, es permitirnos ser miserables para que otro no lo sea, porque tarde o temprano lo cobraremos… y muy caro. Y todo esto lo entendí a la perfección ¿saben cuando? Cuando tuve que estar en el otro lado de la moneda, cuando fui yo la que tuvo que tomar esa decisión contraria a los deseos del otro.

En relaciones, no importa de que tipo, el timing, o el momento en que suceden, lo es ¡todo! Si hubiésemos estado en el mismo momento emocional, económico, visceral, y mental, seguro la historia hubiese sido otra. ¿Pero, cuantas veces nos encontramos en esa encrucijada?: la persona perfecta en el momento inoportuno, el negocio ideal que te ofrecen cuando acabas de tomar un nuevo trabajo, la amistad que siempre soñaste con alguien que vive en el otro lado del mundo, quedar embarazada cuando ya no lo buscabas y tu vida la habías encaminado hacia otro lugar, el ex que vuelve cuando tu finalmente lo superaste después de esperar este momento por tanto tiempo. El éxito de la vida es llegar en el momento adecuado, con la persona adecuada, con el propósito adecuado, en el lugar que pertenece... por eso, ¿de verdad creemos que todo es por pura casualidad? ¿De verdad podemos decir que todo pasa así sin mas, sin un plan divino? No sé, a mi eso cada día se me hace mas complicado de creer. Es en el timing donde reside el éxito, ya sea profesional, amoroso, espiritual o lo que sea… y entonces ¿quién determina ese time?... ¡La gran pregunta!.
Hace algunos años atrás viví uno de esos momentos que dices… ¿de verdad Dios, tu me estas jodiendo no? Llegué a un lugar al que iba por trabajo. Al llegar me presentaron a mi compañero y desde el minuto uno en que pusimos los ojos el uno en el otro, fue ¡magia!… fue esa unión de una tira imaginaria de plata, una unión de otra época, unos ojos conocidos en un cuerpo desconocido, una interacción e intimidad que solo la da el tiempo, y una complicidad imposible entre extraños. Tratamos de mantenerlo todo bajo control el primer día, solo dejando al niño de cada uno jugar entre palabras perfectas, ironías, sarcasmos y risas. Nos hablábamos tan cerca que era como si nunca hubiésemos aprendido sobre la distancia personal. Olía su aliento, y lo saboreaba en mi imaginación, haciendo el trabajo mas divertido y difícil a la vez. Una dirección significaba verle mover los labios de nuevo, y debía hacer un esfuerzo sobre humano para no llevar la mente a otro lugar mas callado sin cámaras, ni gente. Nos desvestíamos y volvíamos a vestirnos con cada mirada, y un simple rose era motivo de escalofríos infinitos, y fuego en la cara. Pasamos un par de días aguantando para no cruzar esa línea imaginaria profesional que te dibujas tu misma para siempre mantener la cordura en el lugar que te da de comer, pero de pronto ¡no se pudo!… Un beso esperado llego desprevenido, un beso hermoso y torpe, con miedo y ansias, un beso de esos que sin querer se convierten en miles en un intento imposible de no pasar la cruzar por lo menos la línea…
Entonces fue aun peor, porque el lazo no era solo carnal, nos hacíamos el amor con la inteligencia, con la filosofía, con el debate, el contrapunteo de sarcasmos, los intercambios de ideas y de saliva en todas las esquinas donde creíamos ser invisibles, cuando en realidad no lo éramos. Y así pensábamos que lograríamos mantenernos allí, sin pasar la segunda marca… Yo era libre, yo quería mas, mucho mas, pero el apenas si lo era; un rompimiento que tenía apenas un par de meses de nacido cuando sabemos que tan largo van esos procesos. Yo metía la velocidad y el inteligentemente el freno, porque de nuevo cada uno vivía una realidad diferente y paralela, esas que van de la mano pero no se enredan, con resoluciones distintas, con metas a corto plazo opuestas. Me frustraba, y él también, pero él estaba claro en lo que era bueno para él en ese momento de su vida.
Hasta que mi acelerador le gano la batalla al freno, hasta que él tuvo que soltarlo y volar. ¡Ay Dios! ¿¡Que si volamos!? Llegamos al cielo en la noche mas perfecta que recuerde en esta mala memoria mía. Ojos inseparables con miradas cristalinas, emociones que no salían en palabras, con frases como “¿tu sabes no?” Y respuestas como “¿claro, y tu sabes no?”... Y “¡ufff! ¡wow! ¡shit!”... monosílabos de aquel que pierde el habla entre tanto sentimiento, que sería maravillosos llamarlo amor, pero como hacerlo si la sociedad determina que el amor es algo que solo nace con el tiempo real y contemporáneo, y todos sus retos… ¿Pero, que otro nombre le pongo cuando no era solo la piel la que llamaba, sino un baile armonioso de cada parte del ser? Así que por esa noche… por esa vuelta de la luna, para mi fue puro y honesto ¡amor! Amor de película, de novela, de cámara, de guion… un amor endulzado de lujuria, que duraría con suerte quince horas de locura, de dos piezas de rompecabezas que encajaban perfectamente en mente, cuerpo y alma. La unión de dos almas libres, dos seres que se volvían a juntar después de algunas vidas sin verse. Sin necesidad de pedir o guiar porque ya se conocían. Conocían sus rincones, sus olores, sus sabores. Si fuese Laura Esquivel la escritora de la escena, se hubiese quemado ese cuarto, y nosotros hubiésemos terminado en cenizas. Dormimos entrelazados, sin perder ni un respiro. Dormimos deseando que no llegara la mañana y su realidad, que no hubiese mas que hoy por siempre, que las trampas del destino no nos susurran al oído diciendo “no es su momento chicos”.

Y aun así llegó la mañana, y la intentamos tratar como parte de esa noche mágica de brisa y sabanas, hamaca y atardecer en la playa, pero tocaba salir a trabajar para llegar al último adiós a la vuelta del sol. Nos despedimos esa mañana con gran dificultad, y lo dejamos a la vida… o así lo intentaría… Pero no pude, yo quería mas… él quería mas… ¡sin tan solo una noche mas!… teníamos la oportunidad. Por mi parte de manera macabra, quería una mas para darle la oportunidad que lo destrozara todo, volver polvo esa imagen perfecta, esa noche de historia, y la convirtiera en mundana para no irme de ese lugar con un oasis imposible de olvidar, un espejismo inalcanzable, un jardín secreto improbable de llegar a él de nuevo… Él quería vivir otra noche perfecta que le iluminara el alma triste que llevaba… Pero después de horas sin contestar un simple mensaje de “¿una noche mas?”, después de horas esperando… imaginando la respuesta, y él tratando de procesar en su mente enmarañada la acción correcta… llegó lo que sabía era lo único que pertenecía al momento, pero que yo siempre golosa no era capaz de asumir sin luchar: “tu y yo estamos en dos tiempos diferentes, y por mucho que muero por una noche mas, me quedaré con una perfecta… hasta que la vida nos reúna de nuevo, en el momento correcto. Hoy debo ser egoísta y cuidarme a mi.” ¡¿Hasta para eso tenia que ser perfecto?! Hasta para dejar la puerta realmente abierta. Cambió una noche mas hoy por dejar la puerta entreabierta a miles de ellas. Y hasta hoy ahí quedo, sin otra noche ni miles de ellas… pero siempre con la puerta abierta, porque, ¿quien no la dejaría a la noche mas inolvidable de tu vida?. Sin embargo, al final del cuento, esta es solo mi parte de la historia… pero ¿que escribiría él si tuviera que contar la suya?... menos mal que nunca sabremos si la ola fue solo mía, o un vaivén de olas en la bahía.
¿Que harías tu en ese momento? ¿Esperar hasta que la otra persona esté lista con la posibilidad que eso nunca suceda? ¿Lo dejas en manos de Dios y sigues tu vida y lo que ha de ser será… Inchalla? ¿O buscas algún lugar en el medio de estos dos extremos que sin duda te mantendrá en una especia de limbo? A veces es tan difícil de definir, mas aun cuando el ego comienza a llevar el carro, y la magia va siendo ahogada por la realidad de tiempos incorrectos. ¿Que haces cuando estas a punto de montarte en un avión para comenzar la aventura de tu vida, y te llega un email con el trabajo de tus sueños? ¿O estando en el trabajo de tu sueños te ofrecen otro con el doble del sueldo? Y es allí donde no queda mas que comenzar a priorizar lo que es bueno, saludable y amable para uno, sin tomar mucho en cuenta lo que es bueno, saludable y amable para otros, tus instintos o tu ego.

Montarte en ese avión y perder el trabajo. Tomar el trabajo y quedarte sin la aventura de descubrir los misterios del planeta. Mantener tu palabra, o ir con lo que dice tu intuición que será lo correcto para ti aunque al hacerlo quedes muy mal. ¿Romperle el corazón a alguien por no perder el inesperado amor? Es que al final del cuento, no es las cosas que nos pasan o las cosas que hacemos -sin pensar- lo que nos define, es las decisiones que tomamos y como confrontamos cada reto lo que realmente habla de quienes somos, lo que al final del día forjará nuestra esencia y nos ayudará a cumplir nuestra misión de vida. Al final, son todos esas cosas que decidimos conscientemente de hacer y las que nos atrevemos a perder lo que pavimentará nuestro camino, nuestra vida, nuestro mapa y la tribu a la que perteneceremos. Es lo que hacemos y lo que dejamos de hacer, y como permitimos que esos resultados nos formen, nos influyan, nos configuren, lo que me permitirá ver quien soy yo.
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