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Nyepi o Día del Silencio

  • Nany Rodríguez e Ileanna Simancas
  • Dec 25, 2017
  • 13 min read

Aunque hoy es Jueves de Tribu y Nany me colaboró con este post para contarnos sobre Nyepi, yo voy a tomar la oportunidad de contarles también mi experiencia en este día, por aquello de no dejar para mañana lo que puedes hacer hoy.


En algunos lugares del mundo, sobre todo en Asia, celebran el Año Nuevo de una manera diferente a la que conocemos en la mayor parte del mundo. Países como China e Indonesia se rigen por calendarios lunares, solares o relacionados con eventos astronómicos como el inicio de la primavera para contabilizar el año.


En el Caso de Bali, el año nuevo, Saka, se rige por el Calendario Hindú, el cual es un calendario lunar, por lo que tu signo regente no es el que tienes bajo el calendario solar, sino es donde se encuentra tu luna. Este recorrido por los 365 días del año, designa Nyepi como el inicio del Año Nuevo, el cual sucede en Marzo, (este año cayendo el 28 del mes). Durante 24 horas, de 6 de la mañana a 6 de la mañana del día siguiente, todas las personas que se encuentren en Bali, ya sean hindúes, no hindúes o turistas, deberán guardar silencio y abstenerse de cualquier tipo de entretenimiento incluyendo: viajar, estar en la playa o en las calles, comer, beber y en algunos hasta hablar. El fuego y las luces están ausentes ese día, la única luz es la que la madre naturaleza comparte. Este día sólo los hospitales siguen en funcionamiento y hasta el aeropuerto cierra sus puertas.


Nyepi es un solo día, pero la preparación para su llegada empieza tres días antes con rituales en los que los balineses limpian el entorno y alejan las malas vibras que el año anterior pueda dejar. Se purifican y bendicen objetos y se realizan rituales que permiten alcanzar un equilibrio entre Dios, la naturaleza y la humanidad, con la ceremonia en el mar de Melasti. Y en Buhta Yajna los malos espíritus y elementos se simbolizan a través de estructuras o muñecos hechos con bambú, o en la actualidad con anime y son llamados a hacer la procesión de Ogoh-Ogh, en las cuales se les hace un recorrido por el pueblo para después ser destruidas y con eso eliminarlas por completo, y con ellas la maldad en los seres humanos y el mundo. Hoy día llegan a ser tan elaborados y costosos, que en muchos pueblos han perdido la costumbre de quemarlas de inmediato y los exhiben en los salones de la comunidad por un tiempo antes de destruirlas.



Nyepi, no se trata sólo de recibir el año nuevo en el exterior, más bien internamente, como igual lo experimentan los que lo celebran con el calendario solar. Se trata de un nuevo comienzo sin rencores y con los brazos abiertos a las experiencias nuevas que el año que está por comenzar trae para ti.


Y ya que Nany hizo un gran trabajo contándoles la tradición de Nyepi, yo solo quiero comentar una cosa. Lo importante que es la mente, las costumbres, las rutinas y las tradiciones. Saben, ese sentimiento de esperanza con el que uno despierta en la mañana del 1ro de Enero, después de la parranda que la mayoría tuvo la noche anterior, ese sentimiento de tabla raza… Bueno, yo eso no lo estoy sintiendo esta mañana de año nuevo, porque al fin y al cabo no es el mío por mucho que viva aquí. Porque las tradiciones vienen engranadas en nuestro sistema por años de repetición, porque es nuestra mente lo que que le da el significado, haciéndome entender, -no saber, eso ya lo sabía- sino realmente codificar lo importante es nuestro propio proceso mental en la percepción de lo que pasa alrededor nuestro.


Han sido tres días interesantes, que sin duda amaría repetir cada año, así como se ama la navidad, las gaitas, los villancicos, y la comida especial decembrina, cualquiera que cada quien tenga en su cultura, siendo la mía, las hallacas.


Hoy estarán las falias en Bali comiendo un pollo relleno acompañado con un jackfruit cocinada en un deliciosa salsa, luego de pasar 24 horas en ayuno. Porque en todas partes del mundo, la comida es parte de cualquier celebración.


Mi parte favorita de este festejo ha sido sin duda alguna Melasti. Yo soy madrugadora, para mí levantarme a las 4am a escribir tiene algo especial, es como compartir un secreto que solo la noche y tú saben. Estar despierto y creativamente productivo cuando los demás duermen es sensual. Ver los rayos de luz colarse por la ventana, mientras pones tu corazón entre líneas, es la mejor manera de comenzar la mañana. Melasti es especial porque para mí comenzó a las 2am, porque a las 3am debía estar saliendo de mi casa y porque estaba lleno de paz, alegría y belleza.


Me gusta despertar con calma, generalmente lo hago dos horas antes de tener que salir porque quiero dar vueltas, ver mi social media, tomar mi café con calma y no andar a las carreras… aunque al final siempre lo esté, devolviéndome mínimo dos veces a casa porque se me olvidan cosas, antes de realmente partir. Así que a las 2am hice mi rutina y a las 3am intentaba salir, pero hasta las 3:15am estaba en mi moto camino al mar.


Lloviznaba poco, pero lo hacía, daba igual, ahora se unían dos de mis pasiones en Bali, la madrugada y la moto. Era como ir conquistando la mañana, como escaparte de la casa a los quince años, como solarte la coleta que te aprieta, como quitarte las botas que te hacen daño, como bajarte el backpack que has cargado por dos horas montaña arriba… es una sensación de secreta libertad. Sólo pocos en la vía que comparten el mismo susurro.



Llegué al lugar que mi indicó Eka, mi landlord, pero aún son las 4am y sigue completamente oscuro. Todavía no hay tanta gente, pero no consigo definir ni una cara conocida del barrio. Pero buscar caras, me hace sentir especial. Significa que soy del barrio y he venido con mi gente a celebrar algo que la mayoría de los expats y turistas no hacen porque es muy temprano. Hoy me siento Balinesa, usando mi único conjunto tradicional que tengo una vez más. Soy la única que se resguarda de la lluvia con un poncho, las demás muestran sus pintas, aunque no se quién las verá en la boca del lobo donde nos encontramos, pero ellas primero muertas que sencillas… es año viejo después de ¡todo!


Finalmente empieza a llegar gente, camiones de gente, tanta gente que nunca logro conseguir a los míos, así que simplemente me siento donde me ha atrapado la congregación mientras yo distraída tomaba fotos. La ceremonia en sí es quizá media hora y yo no entiendo nada de lo que dice el traductor del cura por un parlante. Sé, por una vez que fui al templo con Eka, que hacen varios pasos de purificación, pero hoy seré observadora, porque hacer cosas sin saber porque las hago, nunca me ha gustado. De hecho, es mi gran pelea con la religión; cuantos allí estarían repitiendo movimientos, y diciendo palabras que ni siquiera saben que dicen o porque lo hacen, pero así los han entrenado desde niños y ¡no hay nada más que cuestionar!




Esto pasa mucho en Bali, hay tantas ceremonias y tú le preguntas a la mayoría y no te saben decir que pasa. En febrero hubo otra de sus grandes celebraciones, donde el templo principal lo adornaron como nunca antes lo vi, tres días de celebración a la que no pude asistir porque María Cristina (mi perrita) estaba en el hospital, tres días todo un pueblo celebrando por lo grande, y nadie me podía decir porque lo hacían. Eso me impresionó y me corroboró que la religión, las doctrinas, son hechas para la gente poco curiosa e inquisitiva.


Al terminar, se pararon y comenzaron las mujeres a recoger las ofrendas que traían en cestas, que iban desde flores y galletas, hasta patos completos fritos, vidas que le ofrecen a los dioses en lugar de la nuestra para que en los desastres naturales como los Tsunamis, no se lleve a muchos humanos, dejando tantos estragos. Así, cargando sus cestas en la cabeza y en procesión llevarlas al mar, subían y bajaban los escalones hacia el agua como hormigas, mientras reían. Al llegar arriba, se reunían todos, y así, como llegaron en sus camiones, se fueron, al ritmo de la música de panderetas y tambores; mientras otros grupos llegaban a seguir la fiesta. Todo esto bajo la lluvia que insistía en limpiarnos a todos de las malas energías así termináramos con pulmonía.


Finalmente me fui y terminé de pura casualidad, en un bello hotel frente el mar, comiéndome un rico desayuno y un café calentito esperando que la lluvia pasara, pero ese día nunca lo hizo. Me encantó sentirme parte de todo esto y a pesar de que, sí, desde afuera y aunque estaba allí, realmente no pertenecía, me gusto sentirme parte de la tribu, en nuestro secreto de madrugada lluviosa y fría.


La mujer balinesa pasa gran parte de sus días tejiendo cestas y flores hechas de palmas, para sus ofrendas y la familia gasta 10% de su sueldo en ello. Ser creyente practicante en este país es muy costoso. Pasé 22 horas despierta ese día, pero llena de energía. No se si sería la lluvia, la moto, que me compré un par de cosas para la casa en el camino, o si el poder de la espiritualidad me lleno de energías, pero ni a las 22hrs podía conciliar el sueño con facilidad.


La mañana siguiente eran los niños los que amanecían emocionados, porque hoy salían los monstruos, y a qué niño no le gusta eso? Yo ya tenía meses viendo los ogoh ogoh, parando a ver su construcción por toda la ciudad. Son como las Fallas de Valencia, o Burning Man en USA, o los carnavales, o Halloween. Estos muñecos hechos de anime que significan lo oscuro de nosotros, representan a Kali, la diosa más fea del Hinduismo pero la más poderosa y necesitada, ya que es la diosa que destruye las fuerzas del mal. Cada barrio tiene sus monstruos y hacen su procesión, mientras más dinero tiene el barrio, más elaborados son los Ogoh Ogoh . Los muñecos llegan a un punto de encuentro, que por lo que pude ver son algo así como un dragón, un guerrero, un monstruo y un dios, y al juntarse en cuatro esquinas, toda una historia es contada y actuada por personajes humanos también.




Todos sentados en la calle escuchan la historia, y las carrozas son cargadas por cuatro grupos diferentes, una por niños, una por adolescentes, otra por jóvenes y otra por adultos, sólo hombres y con caras y cuerpos pintados. La música también es parte crucial de esta celebración, y yo salí como siempre a tomar mis fotos y ser parte de ella. Pero esto que se siente en el aire, al contrario del día anterior, era muy fuerte para mi. Si realmente puedo creer que llevan nuestro lado oscuro de paseo, y con eso nuestras energías negativas, puedo decir que si lo sentí. Estaba nerviosa, incómoda, y asustadiza todo el día, y no sentía armonía ni paz.

Intentaba llegar a la casa de mi amiga a 20min de mi casa, y demoré casi tres horas, porque las celebraciones estaban por todas las calles. Por dónde me metía algo me hacía saltar del susto, un gato, alguien que me hablara, una calle oscura por la que ya había pasado mil veces sin problemas, no era normal, y no era yo, era la energía del día.


Pero la gente de Bali siempre siendo tan bella como son, cuando llegué a un punto donde no podía continuar por la procesión y ya me quedaba sin batería y si eso sucedía, estaba en problemas porque no podría llegar donde mi amiga ni de vuelta a casa; una señora me dejó cargar en su pequeño local, y allí mismo vino toda la familia a intentar hablar conmigo … ¡en Bajasa!, que claro no entiendo nada, pero como ya se las preguntas reglamentarias igualmente contestaba, esperando que fueran en el mismo orden de siempre. ¿De dónde eres? (¿vienes con dólares, euros, o eres de nosotros? ¿Dónde te quedas? (a qué grupo de nosotros perteneces) ¿Cómo te llamas? (en el caso de ellos, el nombre explicaría cual es tu puesto en el orden familiar, ya que los nombres van por orden de nacimiento primero-Waya o Putu, segundo-Made o Kadek, tercero- Nyoman o Kimang y cuarto-Ketut, en cuyo caso yo sería Wayan). Y finalmente, la que mas trauma causa ¿Estás casada? Mi respuesta, “no”, siempre va seguido de otra pregunta con exclamación: ¡¡¿por qué!!!??, y continúa con un, “debes tener hijos”. Y yo miento con mi edad, miento que los tendré, omito que ya he estado casada no una sino dos veces y nada explicar mi última relación, o ahí sí les da un yeyo.


Los locales en Ubud ya están curados de las rarezas del west, pero en este pueblito donde me encontraba hoy, en esta casa de gente humilde pero amigable y cordial, mis respuestas eran de preocupación y por medio de Google Translator intentaban hacerme entender que debía dejar de viajar y buscar un buen hombre y tener hijos; además de guiarme en la dirección de todos los templos más hermoso de Bali que no debía dejar de visitar. De verdad, estábamos de comercial de Samsung: “deja que la tecnología te una”. Todos con nuestros móviles y Google Translator tratando de comunicarnos. Así me enteré que el nombre de ella era Santi, aunque se presentó como Susan y su padre rápido la corrigió, ella y su esposo tienen tres hijos, y ella tiene 30 años y él 32. Ella ama Bali más que nada en el mundo. Cuando le pregunté si ha salido de Bali, me dijo casi gritando de la impresión hacia mi pregunta que claro que no, “para que dejar Bali si es perfecta”, me dijo: "y, ¿cómo le contradigo eso?. Su sonrisa adornada de metal de aparatos en los dientes, se encendió cuando le dije que tenía razón y que yo también amaba Bali y tampoco me quería ir. Y así como todos entraron, todos salieron de nuevo a seguir con la procesión, menos el esposo que se quedó para asegurarse que yo entendiera que debo tener hijos. Y como le explicaba que ya tengo 42 no los 32 que les dije tenía, y que había decidido que ser madre en esta vida no sería para mi. Que pude haber tenido uno que tendría ya 7 años, pero no pudo ser así. Decidí que eso no era conversación de Google Translator, y que mentiritas blancas no eran tan gran pecado, así que preferí decirle que claro que sí, que los tendría pronto. La procesión ya abría el paso, así que nos tomamos una foto para el recuerdo, agradecí por su cortesía, y gritándome que volviera a visitar me fui, sabiendo que muy probablemente jamás volvería a ver esas caras. Y me dio tristeza, se que en otras circunstancias, Susan y yo seriamos amigas, y su esposo nos haría reír en un día de playa, y su papá me corregiría mi Bajasa, y sus hijos me estresarían. Me dieron muchas ganas de poder comunicarme con la gente de aquí y mi sentimiento de miedo que había tenido todo el día se desvaneció, quizá porque ya era hora de quemar a los demonios, y el paseo satánico había casi terminado.




A veces quisiera tanto ser parte de algo, de un grupo, una familia, una tribu… pero después me acuerdo todo el drama que eso eso, ¡y se me pasa!. Así que feliz en modo Llanero Solitario, seguí a mi destino.


Pauline es americana, cerca de sus 60, bella, un poco rara (pero bien), y acabada de divorciar. Tiene dos casas en el barrio para mi lugar más hermoso de Bali, Green Village, un barrio completamente sustentable, con casas hechas de bambú, desde sus pisos hasta sus muebles, me recuerdan un poco a Los Ranchos de Chana. Las casas son hermosas y costosas, y me llegó la invitación como un gran regalo. Pauline vive ahora en los bungalows, y por razones que no se me mandó a la casa principal, que es un paraíso, con la vista más hermosa que he visto aquí; cuando despiertas y lo primero que ven tus ojos son los dos volcanes de Bali. Ni en el Ritz hubiese estado mejor, y la comida de Pauline es increíble, saludable y orgánica... En fin, el conectarme con la abundancia me trajo aquí… seguiré a ver si el universo entiende que quiero una casa así, mía de mi propiedad!


Después de mi odisea, y una noche en una cama de princesa, desperté en Nyepi. Amanecí con el cielo color rosa, y los volcanes, el ruido del río que parece el mar, y los pájaros, y los gallos, y toda la naturaleza que no se entera de días de silencio, y vibra en todo su esplendor, y espera que su sonido sea disfrutado y agradecido. Salté, literalmente, de la cama para ver el amanecer, y tomarle fotos. Cuando eres amante de los recuerdos inmortalizados en el tiempo, lo malo es que comienzas a ver todo a través de la lente, pero, ¿cómo no fotografiar este lugar?. Si no quiero salir de mi casa que es sencillita, no te digo si viviera aquí… ni con grúa me sacaban. Encima tiene un restaurante (Warung) dentro del complejo, y Ibu Made (Ibu significa madre, o algo así como doña) cocina como los dioses, y Pauline tiene siembra orgánica, y gallinas, así que literalmente salir sería innecesario.




Al contrario de muchos de mis días en Bali, en el día del silencio, no guardé silencio, pero más bien hice algo que necesitaba más, compartí, así como en familia, desayuno, almuerzo y cena juntas en su bello jardín, y el resto del tiempo cada quien en lo suyo. Después del día anterior y su extraña vibración, este día fue de vacaciones de verano, aunque estuviese trabajando, relajado, sencillo y amoroso, compartido con cuatro mujeres, cuatro décadas, y cuatro nacionalidades, Pauline americana en los 60’s, Eva, indonesia en los 40’s encargada de varias de las villas, Shannon, la australiana nutricionista en sus 30’s y yo. Les hice arepas, comimos balines, y bebimos jugos fermentados que generalmente no me gustan pero estaban deliciosos.


Y llegó la noche, ni un ruido más que el de la naturaleza, y ni una luz más que las estrellas. Y no me sentí cómoda, me encantaría decir que “¡que maravilla!” como el resto de la gente ha comentado hoy, pero yo me sentía intranquila, y cada ruido se duplicaba porque no podía ver. Era realmente oscuro, me recordó mi día en Fort Davis Texas y me dio miedo. Nunca me ha gustado la oscuridad. La verdad no era miedo de algo malo, porque en esta casa no se siente nada más que alegría y Bali es tan seguro que dormimos con las puertas abiertas, pero al quitarte un sentido todo lo demás se despierta y cualquier cosa es percibida y escuchada. Así y todo, traté de disfrutar las estrellas, me acosté abajo, sola, en esta casota de cuatro pisos, en la hamaca, y miré a las estrellas. Deseé estar compartiendo esto con alguien, esta abundancia de regalos, este cielo tan estrellado, pero es evidente que hay aún otros planes para mi en solitario, y no lo peleo, me sumerjo en el silencio del caminante que recorre el mundo sin más compañía que su aliento, y me dejo llevar por el destino. Lo disfruto hoy, porque recuerdo que mañana no será como hoy, así que mejor vivirlo a plenitud. Finalmente, al no sentirme cómoda en la oscuridad, decidí no batallarlo más. Lo intenté, me forcé, salí de mi zona de confort a enfrentar el miedo, pero al ver que a pesar de hacerlo no lo disfrutaba, me dije “esta bien, ya viste lo que te tocaba hoy” y subí. Trabajé un rato más, y rece por una tormenta antes de dormir. Y en medio de la noche Dios oyó mi suplicas, me despertó una bella tormenta a las 3 de la mañana que aparentemente nadie más sintió. Amo las tormentas, y no quería dejar esta casa sin dormir con una de ellas.


A la mañana siguiente de nuevo el amanecer de volcanes, pájaros, cuarto sin ventanas, cuento de hadas. El aire limpio y perfecto, limpio de un día de paro nacional y de lluvia torrencial, y pensé “me pregunto, ¿qué sería del mundo si todos celebraremos Nyepi una vez al mes, o por lo menos mundialmente una vez al año? ¿Qué favor le estaríamos haciendo a nuestro planeta?". En Bali, nadie muere por dejar de hacer dinero por un día, sería algo que podríamos copiar.




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