¿VEGAN WHAT?
- Maria Gabriela De Faria @thefaria
- Mar 14, 2018
- 5 min read

Siempre me he considerado un “animal lover”. Crecí con perros en casa y desde chiquita he sido voluntaria en refugios de animales, jornadas de adopción y hasta he logrado mis propios rescates de animalitos abandonados y en peligro. Pero la verdad, la idea de amar a los animales y comerlos al mismo tiempo, jamas me pareció descabellada. Nunca he sido de esos extremistas; muchas veces religiosos, que excusan sus malos hábitos diciendo que: “a los animales los puso Dios en la tierra para nosotros comerlos” (inserte acorde de tensión) pero tampoco pensé que lo que ponía en mi plato, iba directamente en contra de mi tan alardeado amor por los animales.
No fué hasta que invité; a mi entonces novio, a celebrar su cumpleaños en su restaurante favorito en Caracas, un restaurante con la mejor y más exclusiva selección de carnes, que algo comenzó a cambiar. Cuando sirvieron mi orden, algo en mí no se sintió bien. En el momento en el que metí el primer pedazo de carne en mi boca, sentí unas ganas de vomitar... más grande que cualquier vergüenza que pudiera tener en ese momento..! Si, vomité frente a todo el mundo! Me excusé con mi novio... - un fanático de la carne -, y le dije que me sentía mal por otras razones aunque, en el fondo, sabía perfectamente lo que me pasaba.
Al mes de ese bochornoso incidente, tomé la desición de decirle que quería volverme vegetariana...su respuesta fue: “Si te vuelves vegetariana, ya no podremos tener “dates” así que tendría que dejarte”; Importante acotar que, aunque me quedé en esa relación dos años más, eventualmente lo mandé a comer... ¡carne!. Y la idea de volverme vegetariana había quedado en el olvido.

MI “AJA” MOMENT
Hace tres años adopte a mi gata Eleanor Rigby (sí, como la canción de los Beatles) y de un momento a otro todo cambió. Empecé a ver en mi plato de pollo a la plancha a Eleanor, ¡mi gata! No fue hasta que le abrí mi corazón por completo a otro ser vivo, que entendí que no hay ninguna diferencia entre una vaca, un cerdo, un perro, un gato, un pollo, un pescado y yo. Se repetía en mi cabeza la famosa frase que usan muchas asociaciones de rescate animal que dice: “¿Por que amar a uno y comerte a otro?”. En ese momento mi vida cambió y dio un giro de 180 grados. Nunca más sentí que un animal tenía más derecho a vivir que otro. Nunca más sentí que yo tenía más derecho de vivir que algún otro animal.

THE YELLOW BRICK ROAD... TO SICKNESS
Empecé mi camino siendo una vegetariana, porque me parecía que la dieta vegana era un extremo. ¡Ay! Bendita ignorancia... Comía queso (todo el que se me atravesaba) huevos y pescado. Así pasé un año, pensando que me la estaba “comiendo” y que nadie llevaba un mejor estilo de vida que yo; me enfermé. Anemia y deshidratación fué el diagnóstico; cuando estaba en México, en medio del rodaje de una película. Perdí toda mi fuerza y no podía ni pararme de la cama sin sentirlo como una tarea titánica. Mi nutricionista me mando una dieta de desintoxicación estricta de acuerdo a mis exámenes de sangre y mis intolerancias alimenticias, seguida de una dieta vegana, como siempre quise.
VEGAN FOR MY HEALTH
Resultó ser que después de mucha investigación y consejos de mi nutricionista, descubrí que, por ejemplo, el queso que tanto me gusta no está destinado para ser comido por humanos. Descubrí que ¡somos la única especie que toma leche de otro animal! Los productos lácteos están hechos para que un “becerrito” de 65 libras se convierta en un animal de 400 libras en el menor tiempo posible. ¡Imagina lo que eso le hace a nuestro cuerpo!
Finalmente entendí que comer animales está directamente relacionado con las enfermedades que matan a tantas personas al año. La diabetes, la hipertensión y el cáncer son algunas de las enfermedades que están relacionadas con una dieta a base de proteína animal.
Desde que llevo una dieta completamente vegana no solo me siento mucho mejor, más activa, más ligera y con más energía sino que siento que finalmente mis acciones van de la mano con lo que quiero ser como ser humano.
VEGAN FOR MYSELF!!!
Llevo tatuado un mantra que se lee: “Loka Samastah Sukhino Bhavantu” que significa “Que todos los seres sean felices y libres de sufrimiento y que cada una de mis acciones contribuyan a eso”. Es realmente todo lo que quiero en la vida. Quiero que cada uno de mis pensamientos, cada una de mis palabras y cada una de mis acciones influyan, en la felicidad y libertad de todos los seres vivos.
Con toda la honestidad y haciendo a un lado sentimentalismos, desde que llevo un estilo de vida vegano (mi ropa, cosméticos, artículos de limpieza y de cuidado personal son todos veganos, también) y me quiero más. No solamente me estoy cuidando físicamente con todas las de la ley, también estoy en paz mentalmente sabiendo que no contribuyo a ningún tipo de maltrato y explotación animal.
VEGAN FOR THE ANIMALS!
Empecé a investigar acerca de los animales y descubrí que sabía muy poco de ellos y que, de hecho, son más parecidos a nosotros de lo que pensamos. Aquí les dejo unos “cool facts” acerca de ellos:
VACAS: Forman círculos de amistades y deciden con que vacas pasan el rato y con cuáles no; ¡como nosotros! Las vacas amamantan a sus bebés y los protegen con el mismo instinto materno que tenemos los humanos. Cuando se llevan a sus bebés para ser vendidos a otros farms, las vacas pierden el control, lloran y gritan por días, tal y cómo lo haríamos nosotras si nos quitan a nuestro bebé.
POLLOS: Se ha demostrado que los pollos entran, al igual que nosotros, en etapas de sueño REM así que probablemente tenga sueños como nosotros. Los pollos distinguen entre más de 100 rostros diferentes y desarrollan distintos tipos de comunicación vocales para alertar a sus otros amigos pollitos sobre peligros.
PECES: Esto realmente me sorprendió y es que los peces son inteligentísimos. Son capaces de manipular a los demás peces a través de comportamientos aprendidos, tienen muy buena memoria y, creanlo o no, ¡les gusta jugar!
¿Y saben que más tienen en común estos y todos los demás animales?
Todos sienten dolor, alegría y todos, absolutamente todos, quieren vivir. Para mi no hay razón más importante que el deseo de querer vivir libres que tienen los animales, para dejar de comerlos y respetarlos como lo que son: Seres vivos, como tú y como yo.

WITH A LITTLE HELP OF MY… LUNCH BOX!!
Este estilo de vida tiene una sola complicación y es que ¡tenemos que estar preparadas! No podemos dejar que nos agarre el hambre en la calle sin tener un plan de acción. Aunque cada día hay más opciones veganas en restaurantes (¡y tambíen en food trucks!) tenemos que saber que somos parte de una generación que está logrando el cambio que queremos ver en el mundo y, como buenas pioneras del cambio, debemos saber que no todos están listos para sumarse a esta avalancha de compasión (y comida deliciosa). Mi recomendación es, que estemos siempre preparadas y sepamos qué lugares ofrecen opciones veganas en su menú. Mi salvavidas ha sido la app HappyCow, que te muestra qué lugares a tu alrededor tienen opciones veganas y vegetarianas para ayudarte en tu camino hacia un estilo de vida más sano y amable.
Así que, tú que me lees, te invito a que practiques la compasión hacia todos y cada uno de los seres vivos que habitan este planeta y, más importante aún, practiques la compasión contigo misma. Lo que comes influye no solo en tu salud física, sino que también tiene un impacto positivo en tu salud mental y espiritual. ¡Las invito a elegir comida viva! Comida que viene de la mismísima madre tierra y a descubrir las maravillas que trae este estilo de vida tan comentado alrededor del mundo.
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